La comunicación en la vida familiar

DIOS CREO A LOS SERES HUMANOS CON LA CAPACIDAD DE COMUNICARSE:
* Les dio el poder de PENSAR y REALIZAR.
* Les dio el poder de usar IDEAS y SÍMBOLOS.
* Les dio el poder de EXPRESAR sus ideas en sonidos y gestos.
La comunicación profunda y abierta es un desafío para las parejas que aspiran llegar a la madurez conyugal. Sólo aquellas que pueden comunicarse en forma franca son las que encuentran mayor facilidad para resolver sus conflictos y disfrutan de mayores satisfacciones en el matrimonio.

DIEZ CONSEJOS BÍBLICOS PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN FAMILIAR

1. Esté dispuesto a escuchar con atención y no responda hasta que la otra persona haya terminado de hablar. “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19).
2. Preocúpese porque la otra persona comprenda bien lo que usted procura comunicar. Por eso al hablar, en primer lugar, analice lo que va a decir. “El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias” (Proverbios 21:23).
3. Practique el dominio propio y no conteste airado. Escoja palabras bondadosas. “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1).
4. Cuando hable con alguien muestre interés por lo que a él le preocupa o interesa. “No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:4,5).
5. Siempre diga la verdad, pero teniendo su copa llena de amor. “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Efesios 4:25).
6. Procure no enredarse en pleitos. Evítelos como si fueran SIDA o Antrax. Recuerde que dos personas pueden tener posiciones distintas en un punto específico y no por ello tienen que estar en contiendas o divisiones. “Honra es del hombre dejar la contienda; mas todo insensato se envolverá en ella” (Proverbios 20:3).
7. Cuando usted cometa una falta no tarde en admitir su equivocación. Admitir una falta y disculparse por ella es cualidad de cristianos valientes. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad los unos por los otros, para que seáis sanados” (Santiago 5: 16).
8. Aprenda a olvidar las ofensas cometidas contra usted. Perdone al ofensor y trátelo bien. Recuerde que ese puede ser su vecino en el cielo. “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera en que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3: 13).
9. Evite las críticas, los regaños y la condenación. Recuerde que: Esa persona necesita que la amen y la ayuden a mejorar, no que la condene, ni la critique. Ayúdela a ser algo mejor de aquello por lo cual usted se queja. “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1).
10. Si sientes que alguien te desafía, critica o condena, trata de no responder de la misma manera. “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres” (Romanos 12:17).